domingo, 8 de junio de 2014

Inconfundible [Capítulo 2]

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~Alemania 2025~

U
n ruido infernal se apoderó de mi habitación. ¡Maldita sea! ¿Dónde había dejado mi teléfono la noche anterior? Entre sueños, y disgustado, busque a tientas mi celular. Se supone que lo había dejado en la cómoda a un lado de la cama, pero no. Con desgano, me levanto, arrastro los pies hasta el escritorio y encuentro el dichoso aparato que me despierta cada día a las 5:30 am. Doy un último bostezo y apago la alarma.

-¡Quiero dormir! -Me queje dentro del silencio de mi alcoba.

De nuevo, arrastre mis pies por la alfombra negra del piso hasta llegar al closet. Tomé la ropa que usaría ese día y me metí al baño. Las cálidas gotas de agua fueron cayendo lentamente por todo mi cuerpo, provocando una sensación relajante. Necesitaba dejar de mal pasarme de esa manera, pero ya sólo necesitaba aguantar una semana más y sería libre de la tediosa escuela. Finalmente estaría en el corporativo de mis padres y podría tener una vida un poco más ligera. Esa última frase me la repetía cada día, desde un mes atrás.

Mi momento de relajación no duró más de 30 minutos. Salí y me enfundé en un traje color negro, camisa blanca y corbata roja. No era mi combinación preferida, pero mis otras corbatas estaban sucias. Me miré al espejo, peine mi cabello y baje las escaleras para desayunar.

-Buenos días Lizzete -Musité al entrar a la cocina y ver a la mujer que ayudaba en la casa tan sonriente como siempre- ¿Qué tal dormiste?
-Muy bien Joven Dietmar, ¿Usted?
-Ya te he dicho que dejes tanta formalidad -Reí leve- solo dime Dietmar. Llevamos mucho tiempo juntos, aparte no soy tan apretado como mi papá.

Escuche una risa de su parte y yo sonreí divertido. La verdad es que era dedicado a la escuela, pero aún sabía cómo llevar mi juventud.

Lizzete me sirvió el desayuno: Huevos revueltos, licuado de fresas, capuchino y pan tostado. A veces parece que esto es sacado de una mala serie de televisión, pero me gustan sus desayunos. Me tomo mi tiempo necesario para disfrutar mis alimentos, y bromear un par de veces con Lizzete. Ella lleva casi toda la vida en mi familia, es una mujer de no más de 50 años, dulce y cuidadosa conmigo. Es como una segunda madre para mí. Sus ojos achocolatados, relucen de sus facciones finas y delgadas. Su cabello es rizado y con varias canas en él. Suele ser a la primera que le pido un consejo, no por no contar con el apoyo de mi padre, sino que casi siempre está ella en casa. Finalmente termino de desayunar, me despido de Lizzete y me encamino al auto, donde Yoon, un empleado coreano que recién contratamos, me espera en la camioneta.

-¿Listo para la escuela? -Preguntó al verme encaminar hacia él.
-Ya ni me digas, me quiero olvidar de esa escuela por un instante. Me urge terminar la carrera de Arquitectura.
 -Tranquilo Dietmar, solo te queda una semana.
-Lo sé, es lo único que me reconforta.

Me abrió la puerta de la camioneta y aborde a ella. Hice una pausa para rectificar que todos mis planos estuvieran en mi portafolio, y le di la orden para que arrancara. Bajé ligeramente la ventanilla y me perdí en el camino, viendo caras que, probablemente, en la vida vuelva a ver.

-¿Sucede algo? -Escuche su voz pausada.
-No lo sé Yoon. Me siento extraño cada vez que llega el verano.
-¿Y sabes la razón? 
-Sinceramente no. O bueno, tal vez sea porque mi mamá murió en estas fechas.
-¿Seguro que es solo eso? 
-Pues no del todo, pero es la única explicación lógica que puedo encontrar.

Yoon me miró por el espejo retrovisor un momento, negó con la cabeza y siguió con la vista en el camino. Cerré los ojos por un instante, aunque me quede dormido sin darme cuenta. Creo que eso de ser uno de los mejores estudiantes de Alemania es un gran problema.

Me hundí en un sueño profundo. No recuerdo si soñé algo en particular. Sólo me vi a mí en una cafetería, viendo a las personas pasar por la ventana, pero son simples imágenes que, creo yo, he de colectar de las salidas que tengo con mis amigos. Apenas, la semana pasada, salí con Briman y Robert, los gemelos, a una cafetería así que tal vez sea eso.

No estoy consciente de cuánto tiempo dormí, solo supe que, al llegar, Yoon me despertó. Agradecí su eficacia y baje de la camioneta. Le pedí que me recogiera a las 3 de la tarde, aceptó y regresó a su trabajo. Tomé mi portafolio y me encamine por los pasillos de la universidad. Las chicas me sonreían, algunos hombres me lanzaban miradas fulminantes. Tampoco ser hijo de una de las empresas más importantes de Alemania me ayuda mucho.

Ignoro a la mayoría y sólo saludo a un par de personas que conozco. Arribo al salón y los gemelos me reciben tan afectuosos cómo siempre.

-¿Qué hay Bro? -Exclama alegre Briman, al tiempo que me daba un fuerte golpe en la espalda.
-Sí hombre. ¿Qué hay? Pareces zombie -Rió Robert, mientras imitaba a su hermano.
-Estoy cansado -Bostece y frote los ojos- ¿Traen el proyecto final?
-Lo olvidamos -Respondieron al mismo tiempo.
-Dejarán de ser ustedes. -Reí y me fui a mi lugar.

Ambos no eran las personas más atentas al mundo que digamos. Los vi entrar en pánico por no llevar el trabajo. Simplemente reí cuando salieron corriendo del salón. Supongo que van a buscar sus cosas o llamar a casa para que les lleven algo de material.

Esos dos han sido mis mejores amigos desde el jardín de niños. Briman es el mayor por 0.5 segundos y no para de recalcarlo a su hermano. Ambos son de piel blanca, ojo café y cabello negro. Robert suele tenerlo corto, mientras que Briman, mata a cualquiera que quiera cortar su cabellera.

-¿Alguien sabe dónde están los gemelos? -Preguntó la directora al entrar. Claro, ambos eran conocidos por sus múltiples travesuras a las autoridades.
-Llegarán un poco tarde -Intervine antes que los demás -Tienen que ayudar con su tío, o algún pariente que llegó en la madrugada.

La directora suspiro pesado pero asintió. Esos dos tenían suerte de juntarse con el que nunca desconfían los maestros. Un par de chicos me miraron molestos, pero esperaron a que saliera la directora para encararme.

-¿Por qué te la pasas encubriéndolos?-Preguntó Alexander- Sólo te meten en problemas.
-Ese es asunto mío, no de ustedes.-Respondí serio.
-Me interesa saber.
-Pues espera tu turno a que quiera explicarte. Pero, busca una silla te podrías cansar.


Tomé mi portafolio, le di un empujón y salí del salón. La verdad es que me daba igual lo que pensaran o quieran hacerme. Varios de mis compañeros lo detuvieron y yo pude salir tranquilo de ahí. Tal vez ayudaría a los gemelos con su tarea, no lo sé, el punto era salir del salón antes de meterme en problemas.


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