viernes, 20 de junio de 2014

Inconfundible [Capítulo 5]

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L
a misma tarde que Aloin me contó la loca idea de Eline, hablé con ella por teléfono, me dijo todo un discurso del porqué deberíamos dejar de depender de nuestras familias. Honestamente yo no sabía si reír durante sus palabras o ponerme de su lado. Otra cosa, yo no quiero dejar la compañía de mi familia, esa era mi herencia, lo único que aseguro es que quiero dar lo mejor de mi misma en ésta, por eso decidí trabajar un tiempo por mi cuenta, no mucho tal vez unos 3 o 4 meses... Solo quiero estar segura de lo que puedo hacer.

Fue difícil que mis padres me dieran la aprobación. Papá quería que de inmediato trabajara con él, dijo que no me quería tener en otra empresa dónde me explotaran, que no había necesidad de que lo hicieran extraños cuando mi propia familia lo hacía mejor. Tras varios regaños de mi madre por ese comentario, ambos aceptaron.

Llevo semana y media tratando de encontrar trabajo, pero no hay nada. Todos recaen en lo mismo: "Necesitamos a alguien con experiencia, lo sentimos". ¿Cómo esperan que tengamos experiencia si no nos dan el empleo?

Pasaba la tarde en el Starbucks cerca de la universidad de Berlín, perdiendo el tiempo y esperando a Aloin. Sí, no dejamos de salir juntos desde que él llego. Una canción que nunca había escuchado, sonaba en la radio del lugar, creo que se llamaba...Tears are falling...la verdad no recuerdo bien el comentario del mesero que estaba en la mesa contigua.

-Aloin... ¿Dónde estás? -Musité viendo la hora en mi teléfono.

Un largo suspiro salió de mis labios. Se escuchó la pequeña campana de cuando alguien abre la puerta del lugar y finalmente era él quien llegaba. Me levanté feliz a abrazarlo, a lo cual fui correspondida. Nos sentamos juntos y comenzamos a platicar un rato. No tenía mucho tiempo, en 1 hora tenía otra cita de trabajo, pero con el transporte tenía media para descansar un poco.

-¿Aún nada, bonita?- Preguntó antes de dar un sorbo a su late. 
-Nada.-Suspiré desanimada- ¿Así de difícil es tratar de encontrar trabajo? 
-Lamentablemente sí.


Bufé y tome mi capuchino. Seguimos hablando de cosas sin importancia durante los siguientes 25 minutos. Él me alentaba a seguir y yo me quejaba por la poca ayuda a los jóvenes egresados de la universidad. Que recién salgamos, no quiere decir que no sepamos hacer las cosas.

Aún no había terminado mi café cuando ya tenía que irme a las oficinas. He pasado por bufetes de abogados, editoriales, empresas cualquiera y nada.

Aloin se ofreció a acompañarme, acepté y le di las llaves del coche. Salimos, subimos a mi deportivo e inició el camino a una empresa que desconocía pero que pedían secretarias y asistentes personales. No es lo que espero, pero bueno. Tardamos el tiempo justo en llegar a dicho lugar.

-¿Me esperas en recepción o en el auto? 
-Dentro, porque tu auto hace que me de frío -Rió- ¿No has pensado en cambiarlo? 
-No -Reí con él y bajé del auto- Me gusta, y me ha traído de aquí para allá siempre. 
-Está bien, está bien -Alzó ambas manos en señal de rendición y bajó- Vamos adentro.


Tomados de la mano, entramos en aquel edificio de, al menos, 10 pisos, ventanales amplios a los costados de la puerta principal giratoria. Los empleados van y vienen vestidos de traje, apurados mirando a sus relojes, otros tantos hablando por teléfono. Creo que no me gusta el ambiente de aquí, se siente algo frío. A paso calmado, llegamos con la recepcionista. Me fue entregado un gafete y me indicó que mi entrevista era en el piso 9. Asentí y le hice señas a Aloin de que no tardaba.

Me dirigí al elevador, pulse el piso seleccionado y esperé a que otros trabajadores abordaran también. Unos iban al piso 2, otros al 5 y sólo uno al 7. No preste atención a nadie simplemente me limité a esperar arribar al piso deseado.

Poco a poco, conforme subíamos, las demás personas iban bajando de uno en uno. Para el piso 8 yo era la única en el ascensor. Acomode los documentos que llevaba en mi folder, al igual que mi ropa de ese día. Suspiré y la puerta se abrió.

Un rápido vistazo al piso: Piso de loseta negro, con paredes blancas y un par de pinturas en ellas, la única puerta que hay dentro era de cristal. Sigue sin gustarme el ambiente de aquí. Mis tacones resonaban, en contraste a los suaves murmullos del lugar y el sonido de los teclados siendo asesinados por las secretarías.

-Vengo a una entrevista de trabajo- Dije a una joven de cabello rubio y traje de oficina. 
-¿Alice Himmel? 
-Sí, soy yo- Asentí. La chica ni siquiera me miró. 
-Pasa, el licenciado la está esperando. 
-Gracias.


Quise darle una sonrisa como agradecimiento pero, repito, ni siquiera me miró, era como si hablara con un robot rubio. Me dirigí a la puerta en silencio y di un par de golpes en ella para anunciarme. Casi de inmediato me abrieron. Un hombre ya mayor, tal vez unos 50 años o más, de traje negro, con lentes de fondo de botella y cabello nulo en su cabeza; fue quien me abrió la puerta.

-Pase, señorita Alice. 
-Gracias.


A él si le pude sonreír. Entré y el mayor cerró la puerta detrás de él. Tomé asiento en la silla giratoria negra, que hacía juego con su escritorio, y él frente a mí. Tras una vaga presentación, le extendí mi currículo. Miró, con una expresión de intriga y asombro, el perfil que le había entregado, mientras yo jugaba con mis manos sobre mi regazo. Supongo que llegó a la parte de la experiencia, pues una expresión sombría y sería apareció en su rostro.

-Dígame, señorita Himmel, ¿Por qué cree que está en capacidad de pedir el trabajo de asistente personal? 
-Bueno -Hice una pausa y me acomode en mi asiento- Estoy bien capacitada para agendar citas, atender llamadas, saber tomar recados y demás aspectos que se necesiten. Puedo ser de gran utilidad. Hablo inglés, español, alemán, coreano, italiano y francés, así que no me sería difícil tratar con clientes extranjeros. 
-Es lo que puedo ver-Dejó el folder en el escritorio y lo extendió de nuevo hasta mi- Mire, señorita, su perfil me sorprende y mucho, para ser recién egresada tiene un buen perfil. Sin embargo, ¿estaría dispuesta a viajar constantemente? Nuestros principales socios son extranjeros, si cuenta con el tiempo y la disposición podría considerarla como candidata inmediata.


Asentí sonriente con la cabeza. Creo que finalmente había encontrado empresa para obtener trabajo.

-Siendo así, la llamaré en unos días, si es que la persona, que necesita de asistente personal, desea contratarle. 
-¿En serio? ¡Muchas gracias!


Emocionada me levante de un salto de mi asiento. El señor solo soltó una risa suave. Estrechó mi mano y salí, más feliz, de la oficina. Las secretarías murmuraban entre ellas. Supongo que mi brinco de emoción no era algo que se viera seguido. Traté de comportarme en el pequeño tramo hasta el elevador. Una vez dentro sonreí e hice un pequeño baile de celebración, algo ridículo, pero era eso o gritar. Finalmente llegué a la planta baja. Aloin se aproximó a mí, curioso por mi expresión.

-¿Qué pasó allá arriba? 
-Le llamó la atención mi currículo, creo que más que nada por los idiomas que hablo, no sé, pero dijo que me llamaba en estos días. 
-¿En serio?- Sonrió y me dio un abrazo- ¡Felicidades bonita!


Correspondí a ese abrazo sin dudarlo. Realmente estaba feliz de aquella buena noticia recibida, pero, lamentablemente, nunca faltan los aguafiestas, lo peor del caso es que ninguno de los dos conocía a este sujeto en cuestión. Un par de aplausos sarcástico hicieron que Aloin y yo dejáramos de celebrar. -No, no era nada formal pero estaba emocionada-

-La nena está emocionada porque le prometieron una llamada- Bromeó con un chico asiático que iba a su lado- Parece que apenas se integra a la vida laboral ¿No es así? 
-Lo dice el experto que lleva años trabajando-Bufé sarcástica y me cruce de hombros. Lo examine de pies a cabeza: vestía una camisa blanca, corbata, chaleco y pantalón azul marino.- A todo esto ¿Quién eres y por qué intervienes en cosas ajenas? 
-Otro día con más calma podría presentarme- Le hizo una señal al chico que iba con él para que lo esperara un poco más- Por el momento, te puedo decir que esa es la más vieja excusa para rechazar a cualquier candidato. No te hagas torpes ilusiones. 
-Mira, intento de hombre de negro- Señalé su vestimenta, y pude notar que la perforación de su oreja era de color negro- Tú ¿Qué vas a saber? Te ves de mi edad, tal vez un año mayor, pero dudo que sepas más de esto que yo. 
-Pobre chica que desconoce el mundo- Rió y negó burlón- Tengo cosas que hacer, así que, qué más quisiera seguir dándote lecciones, pero tengo un negocio que cerrar.


Se dirigía al elevador, dejándome con la palabra en la boca. Lo maldije por lo bajo y entorne los ojos. Lo que menos quería era hacer escenas en ese lugar.

-Por cierto- Se interrumpió a medio camino y regresó hasta a mi.- Toma esto.-Me extendió una tarjeta.
-¿Para qué quiero yo eso?- Respondí fastidiada, al tiempo que le arrebataba la dichosa tarjeta. 
-Estoy buscando una asistente personal. Sólo por si te interesa- Me guiño el ojo y, con una sonrisa
triunfante, abordó el elevador con su amigo.


Vi esa sonrisa burlona por unos instantes, gasta que se cerraron las puertas del elevador


domingo, 15 de junio de 2014

Inconfundible [Capítulo 4]

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D
esde que entré a trabajar a la constructora de mi familia, pude encontrar un poco más de paz entre mis actividades. Si bien, soy la mano derecha de mi padre y, por consecuente, uno de los que menos descansa, es más relajado que tener que aguantar no sé cuantas clases por día.

Aunque claro, eso no significa que el llevar todo en orden sólo, sea la cosa más sencilla del mundo. Platicando con mi padre, en la cena, le pedí la autorización para poder contratar a una secretaria que se encargara de mis juntas internas y externas. Él, sin dudarlo un instante, aceptó a que hiciera una selección entre las chicas que ya trabajaban en la empresa pero, sinceramente, ninguna me inspiraba confianza ni me llamaba la atención como para trabajar todo el día con ella.

Si pudiera tener un prototipo ideal de mi nueva asistente personal, tendría que ser: primeramente, una chica bien preparada, una licenciatura, maestría, doctorado, algo bueno; segunda, que no tenga ojos de color, no es que no me gusten sólo que no confío en ese tipo de personas (irónico ya que mis ojos son grises) atenta, eficaz... Bueno y lo que cualquier jefe busca entre sus empleados.

Por correo, recibí unas 15 solicitudes, pero no me gustaba el perfil de ninguna. Creo que solo 1 o 2, pero no me terminaba de convencer. Durante la tarde recibí a otras 15 chicas en la oficina, pero del mismo modo quedé en cero.

Salí de la oficina a eso de las 7 de la noche. Aborde la camioneta, junto con Yoon y mi padre.

-A la casa, Yoon- Habló serio mi padre.

Yoon simplemente asintió y emprendió el viaje de regreso. Yo, como siempre, me quedé dormido a mitad del camino. Para mi mala suerte, no pude evitar el "regaño" de mi padre por no encontrar secretaria ese día. Puede ser flexible conmigo, pero cuando de trabajo se trata... Bueno, díganos que Hitler se queda corto ante sus exigencias. Siempre quiere que todo esté al momento y lo mejor posible. Nos encontrábamos en la cena, cuando comenzó con el discurso de siempre, solo que ahora lo hizo en presente, antes lo hacía a futuro.

-Dietmar, comprendes que no puedes estar más perdiendo el tiempo ¿Verdad? Terminando tus estudios, te di la oportunidad de integrarte de inmediato a las oficinas de la constructora. Aunque claro, te hice prometer que te entregarías de lleno ¿No es así? Es por eso que no comprendo tu desperdicio de tiempo en estas dos semanas y media que llevas laborando ahí

Sus ojos, negros y severos, se posaron sobre mí en un gesto de desaprobación. Suspiré pesado, di un largo trago a mi vaso de agua y, tras dejar los cubiertos a ambos lados del plato, comencé a hablar.

-No es que pierda el tiempo, papá. De hecho ya tengo los planos para el proyecto del centro comercial, que llegó el mismo día que yo; ya comencé a cotizar loa precios de los materiales y demás. Aparte...-Su voz gruesa me interrumpió.
-¿Hiciste tú la cotización? Dietmar, para eso tienes al contador de la empresa.
-Lo siento, no me da confianza que sus ojos sean azules- Me disculpe y continué- En cuanto a la misión fallida de hoy, prometo quedarme con alguna de las candidatas mañana.
-¡ESE PROBLEMA TUYO CON LOS OJOS! -Exclamó desesperado- No te va a llevar a nada bueno. Es momento que dejes eso en el pasado.
-No puedo.-Suspiré- Desde mi secuestro a los 15 el trauma con los ojos de color incremento. No me gustan, me generan desconfianza.
-En consecuencia a eso- Dejó el plato de lado, aventó la servilleta a la mesa y se levantó- Tu secretaria deberá tener ojos de color claro sin excusa ni pretexto.
-¡Papá! -Exclamé antes de que partiera a su cuarto- Ninguna chica de hoy tenía ojos claros, no puedo ir por ahí ignorando algún buen perfil solo por el color de los ojos.
-Eso es lo que has estado haciendo por años.

Fue lo único que salió de sus labios, antes de irse a su habitación. Suspiré y me hundí en mi silla. Tal vez tenía razón, llevaba años huyendo de las personas que tenían ojos de color, pero es que lo último que recuerdo, antes de que me subieran abruptamente a aquella camioneta negra, eran un par de ojos de color verde, aunque a veces aparecen azules en mis recuerdos. De igual modo, aventé la servilleta a la mesa. En ese momento, Lizzete salió de la cocina.

-Niño Dietmar, ¿Está bien?
-Algo así -En un gesto de frustración, pase ambas manos por mi rostro y mi cabello.- Simplemente no puedo desligarse de eso, Lizzete.
-Ay niño Dietmar -Posó su mano en mi hombro- Debe de mantenerse tranquilo. Sé que no es fácil olvidar eso -Noté algo de tristeza en su voz.- Pero debe de entender a su padre, quiere que sea un hombre de bien, aparte que el trabajo es lo único que lo mantiene ocupado desde que su madre murió.
-Eso lo sé, pero no sólo tenía esposa, también tiene un hijo que no puede confiar en personas de ojos claros.
-Tranquilo, tranquilo -Acarició mi espalda- ¿Qué te parece si hacemos sándwich de galleta y bombón en la cocina?

Sonreí y asentí feliz. Ese era uno de mis postres preferidos desde siempre, y usualmente los como solo si estoy alterado. Recuerdo que en mis noches más largas de estudio, a eso de las dos de la mañana, Lizzete subía por mi y tras insistir varias veces, bajábamos en silencio a preparar el aperitivo de los dos. Ella llena el espacio que mi madre dejó al morir.

Pasé un buen rato en la cocina, hasta que el cansancio me ganaba. Me despedí de Lizzete, subí a mi cuarto y me cambie para dormir. Una vez arropado mandé un mensaje de texto a los gemelos. Puse como siempre la alarma y me quede dormido sin saber si me contestaron o no.


sábado, 14 de junio de 2014

Inconfundible [Capítulo 3]

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H
abía pasado una semana desde que dejé Holanda. Sinceramente extraño todo de allá. Tal vez no viví toda mi vida en esa ciudad, pero tenía muchos buenos recuerdos y a mis dos mejores amigos en ese lugar. Bueno, a mi mejor amiga y a mi novio. Fue extraño pero, en mi último día, Aloin me pidió que fuera su novia. No entiendo el porqué esperó a que me fuera para decírmelo, pero realmente fue muy adorable.

Recordaba sus palabras al pie de la letra. Creo que debería de ponerlo en papel para seguir siempre con ese recuerdo, no sea que me vaya a pasar algo de nuevo y me olvide hasta de la persona que más quiero en este mundo. Me dirigí al escritorio, tomé mi libreta y bolígrafo. Regresé a la cama y comencé a escribir.

"Mi querida Alice:
Sé que, desde que nos conocimos, hemos sido muy buenos amigos. A lado de Eline, pude ver tus miedos ante el bloqueo de tu pasado, tus lágrimas de impotencia al no saber nada de antes, tus sonrisas nostálgicas cada que nosotros hablamos de algunas experiencias de esos años. Alice he visto una y mil facetas tuyas. Sé que no toleras bien el café descafeinado, que odias tomar las pastillas para la cabeza pero que a su vez odias más no poder saber nada, sé que quieres recuperar a tus abuelos, que amas salir en los días lluviosos, siempre usas color gris en tus dibujos y que lo que menos toleras es tener que leer por obligación. 

Pero hay algo que tú no sabes.

Alice, por alguna razón, desde que conocí tus risas sinceras, tus miradas tímidas cada que te dicen que tus ojos parecen de otro mundo. Esos ojos tan grandes y expresivos que me regalan las miradas más sinceras que puede existir en este mundo. Tú podrás decir que no, pero yo con mirarte a los ojos puedo saber que estás mal; por esas y más razones fue que me enamoré de ti.

Tal vez nunca lo había dicho en la escuela, pero es que no hubiera podido soportar que te alejaras después de saber la verdad, es por eso que esperé a que saliéramos de la universidad para decirlo. Aunque no esperaba que te irías una vez que terminaras los estudios.

Aunque 658 kilómetros nos separen. ¿Quieres ser mi novia?"

-Listo -Sonreí una vez que terminé de escribir la nota.
-¿Señorita Alice?- Una voz dulce se escuchó del otro lado de la puerta, y un par de golpecitos en la misma- ¿Puedo pasar?
-Claro Elrike.
-Gracias- Finalmente la puerta se abrió. Una chica de no más de 25 años entró por ella.
- Señorita la están buscando.
-¿Quién? -Pregunté confundida. Que yo recuerde... Olviden, no recuerdo nada de Alemania.- ¿Segura que es a mí?
-Eso dijo el chico. Se llama Aloin quien la busca.
-¿QUÉ?- Solté un grito de emoción y la abrace por el cuello- ¿Segura que es él?
-Pues eso dijo el joven. ¿Le digo que no está?
-¡NO!- Grite de inmediato- Oh, lo siento por eso. -Me disculpe tras ver que se asustó un poco con el grito- Yo me encargo, gracias.

Sonriente salí corriendo de mi cuarto hasta las escaleras en espiral que me quedaban más cerca. De la emoción olvide decirle a Elrike que no me llamara tan formalmente, no me gusta y menos porque tenemos casi la misma edad. Bajé las escaleras corriendo y lo vi a él sentado en el sofá blanco de la estancia. Solté un suspiro y traté de calmar mi respiración.

-Qué curioso- Hable, tomándolo por sorpresa. Se sobresalto ligero y volteo a verme- Recién pensaba en ti.
-¿A sí? Ah, yo pensaba que era Eline la razón de mis estornudos porque comenzaba a extrañarme.
-¡Eres un tonto!-Reí y me lancé a abrazarlo. A pesar de tener solo una semana lejos, extrañaba esos comentarios suyos.- Ya que la mencionas ¿Cómo está? -Lo cuestioné sin separarme.
-Te extraña, pero dice que se tiene que acostumbrar. Por cierto, ya entró a trabajar por el momento en una escuela.
-¿Y eso?
-Te lo contaré después, ahora sólo dime cómo has estado tú. -Se separó y posó sus manos sobre mis hombros.
-Acostumbrándome a estar tan lejos, dicen mis papás que vuelven en esta semana para que no esté tan sola.
-¿Te sientes a gusto?
-Supongo. No sé, al no recordar nada sólo siento que me mude y ya. No miedos, no angustias, no nada.
-Menos mal.

Me regaló una sonrisa tierna. Tras unos momentos en silencio, y antes de que pudiera romperlo, me robó un beso rápido y tierno. Sonrojada lo tome por los hombros y aprisioné sus labios en un beso un poco más duradero pero igual de tierno. Aún se me hace raro besar a mi mejor amigo, pero me iré acostumbrando a hacerlo más seguido, aparte besa muy bien.

-A todo esto -Interrumpí el beso- ¿Qué haces aquí?
-Vine de visita un par de semanas. Estaré parte del mes de noviembre aquí.
-¿Y eso?- Lo interrumpí antes de que hablara- Antes ¿Te quedas a comer? Elrike está por servir la comida.
-Claro

Sonreí tierno. Le pedí que me esperara ahí y fui en busca de la chica que ayuda en mi casa. Estaba en el cuarto de lavado, peleándose un poco con la separación de la ropa.

-Prometo ayudarte -Le toqué el hombro y dejó caer las prendas de sus manos por el susto- Pero ahora ¿Me puedes preparar algo para comer?
-Señorita, no me asuste de esa manera -Dijo con ambas manos en su pecho, a la altura del corazón.- Claro, ya subo no se preocupe.
-Gracias -Reí suave- Por cierto deja de tratarme tan formal. Me siento una señora. Sólo soy Alice ¿Sí?

Antes de que me respondiera, salí del cuarto y regrese rápidamente a la estancia. Aloin estaba de curioso entre las fotos de la mesa. Supongo que me escuchó aproximarme, ya que se volteó antes de que llegara.

-Vamos al comedor.

Asintió con la cabeza. Lo tomé de la mano y lo lleve hasta allí. Tomamos asiento y retomamos la plática interrumpida. Poco después llegó Elrike y comenzó a preparar algo rápido para que comiéramos.

-Bueno, olvidemos la razón total del porqué estás aquí, me haces feliz con eso así que lo demás no importa. Cuéntame el porqué Eline entró a trabajar en una escuela. ¿No sé iría al despacho de sus tíos?
-Se supone, pero dijo que quería primero probar que había aprendido algo. Dijo que su ego la movía en ese momento.
-¿Y tú? ¿No ibas a trabajar en las oficinas de Sony con tu papá?
-Supongo que quiero hacer lo mismo que Eline. Aún no estoy seguro, pero mi papá me dio un poco de tiempo para que lo pasara con mis amigos.
-Oh...-Me quedé pensando un momento
-¿Y tú? ¿Cuándo comienzas en las oficinas de la constructora? ¿Quedarás como Vicepresidenta, o iras directo a la presidencia?
-La presidencia será sólo si mi padre muere. Estaré en la vicepresidencia, pero eso que hizo Eline me llama la atención.
-¿Planeas trabajar externa antes de tomar tu puesto?
-Es que quiero hacer lo mejor posible para la empresa de la familia, por eso considerare la idea.
 -Definitivamente no entiendo a las mujeres.- Se hundió en la silla.
-Qué curioso, durante toda la universidad parecía que sí.


Reí burlona. La comida nos fue entregada y Elrike volvió a su tarea principal. Aloin y yo pasamos el resto de la tarde juntos, hasta que se fue al hotel en el que se hospedaba. La idea de Eline seguía en mi cabeza, no estaría mucho tiempo en otro lado, sólo el necesario para poder estar segura de mis capacidades. 

Antes de irme a dormir tomé mi decisión: Trabajaría externamente un tiempo. El problema es saber si mi papá y mi mamá me dejarían. Tendré que proponérselo en cuanto lleguen a Alemania.



domingo, 8 de junio de 2014

Inconfundible [Capítulo 2]

2
~Alemania 2025~

U
n ruido infernal se apoderó de mi habitación. ¡Maldita sea! ¿Dónde había dejado mi teléfono la noche anterior? Entre sueños, y disgustado, busque a tientas mi celular. Se supone que lo había dejado en la cómoda a un lado de la cama, pero no. Con desgano, me levanto, arrastro los pies hasta el escritorio y encuentro el dichoso aparato que me despierta cada día a las 5:30 am. Doy un último bostezo y apago la alarma.

-¡Quiero dormir! -Me queje dentro del silencio de mi alcoba.

De nuevo, arrastre mis pies por la alfombra negra del piso hasta llegar al closet. Tomé la ropa que usaría ese día y me metí al baño. Las cálidas gotas de agua fueron cayendo lentamente por todo mi cuerpo, provocando una sensación relajante. Necesitaba dejar de mal pasarme de esa manera, pero ya sólo necesitaba aguantar una semana más y sería libre de la tediosa escuela. Finalmente estaría en el corporativo de mis padres y podría tener una vida un poco más ligera. Esa última frase me la repetía cada día, desde un mes atrás.

Mi momento de relajación no duró más de 30 minutos. Salí y me enfundé en un traje color negro, camisa blanca y corbata roja. No era mi combinación preferida, pero mis otras corbatas estaban sucias. Me miré al espejo, peine mi cabello y baje las escaleras para desayunar.

-Buenos días Lizzete -Musité al entrar a la cocina y ver a la mujer que ayudaba en la casa tan sonriente como siempre- ¿Qué tal dormiste?
-Muy bien Joven Dietmar, ¿Usted?
-Ya te he dicho que dejes tanta formalidad -Reí leve- solo dime Dietmar. Llevamos mucho tiempo juntos, aparte no soy tan apretado como mi papá.

Escuche una risa de su parte y yo sonreí divertido. La verdad es que era dedicado a la escuela, pero aún sabía cómo llevar mi juventud.

Lizzete me sirvió el desayuno: Huevos revueltos, licuado de fresas, capuchino y pan tostado. A veces parece que esto es sacado de una mala serie de televisión, pero me gustan sus desayunos. Me tomo mi tiempo necesario para disfrutar mis alimentos, y bromear un par de veces con Lizzete. Ella lleva casi toda la vida en mi familia, es una mujer de no más de 50 años, dulce y cuidadosa conmigo. Es como una segunda madre para mí. Sus ojos achocolatados, relucen de sus facciones finas y delgadas. Su cabello es rizado y con varias canas en él. Suele ser a la primera que le pido un consejo, no por no contar con el apoyo de mi padre, sino que casi siempre está ella en casa. Finalmente termino de desayunar, me despido de Lizzete y me encamino al auto, donde Yoon, un empleado coreano que recién contratamos, me espera en la camioneta.

-¿Listo para la escuela? -Preguntó al verme encaminar hacia él.
-Ya ni me digas, me quiero olvidar de esa escuela por un instante. Me urge terminar la carrera de Arquitectura.
 -Tranquilo Dietmar, solo te queda una semana.
-Lo sé, es lo único que me reconforta.

Me abrió la puerta de la camioneta y aborde a ella. Hice una pausa para rectificar que todos mis planos estuvieran en mi portafolio, y le di la orden para que arrancara. Bajé ligeramente la ventanilla y me perdí en el camino, viendo caras que, probablemente, en la vida vuelva a ver.

-¿Sucede algo? -Escuche su voz pausada.
-No lo sé Yoon. Me siento extraño cada vez que llega el verano.
-¿Y sabes la razón? 
-Sinceramente no. O bueno, tal vez sea porque mi mamá murió en estas fechas.
-¿Seguro que es solo eso? 
-Pues no del todo, pero es la única explicación lógica que puedo encontrar.

Yoon me miró por el espejo retrovisor un momento, negó con la cabeza y siguió con la vista en el camino. Cerré los ojos por un instante, aunque me quede dormido sin darme cuenta. Creo que eso de ser uno de los mejores estudiantes de Alemania es un gran problema.

Me hundí en un sueño profundo. No recuerdo si soñé algo en particular. Sólo me vi a mí en una cafetería, viendo a las personas pasar por la ventana, pero son simples imágenes que, creo yo, he de colectar de las salidas que tengo con mis amigos. Apenas, la semana pasada, salí con Briman y Robert, los gemelos, a una cafetería así que tal vez sea eso.

No estoy consciente de cuánto tiempo dormí, solo supe que, al llegar, Yoon me despertó. Agradecí su eficacia y baje de la camioneta. Le pedí que me recogiera a las 3 de la tarde, aceptó y regresó a su trabajo. Tomé mi portafolio y me encamine por los pasillos de la universidad. Las chicas me sonreían, algunos hombres me lanzaban miradas fulminantes. Tampoco ser hijo de una de las empresas más importantes de Alemania me ayuda mucho.

Ignoro a la mayoría y sólo saludo a un par de personas que conozco. Arribo al salón y los gemelos me reciben tan afectuosos cómo siempre.

-¿Qué hay Bro? -Exclama alegre Briman, al tiempo que me daba un fuerte golpe en la espalda.
-Sí hombre. ¿Qué hay? Pareces zombie -Rió Robert, mientras imitaba a su hermano.
-Estoy cansado -Bostece y frote los ojos- ¿Traen el proyecto final?
-Lo olvidamos -Respondieron al mismo tiempo.
-Dejarán de ser ustedes. -Reí y me fui a mi lugar.

Ambos no eran las personas más atentas al mundo que digamos. Los vi entrar en pánico por no llevar el trabajo. Simplemente reí cuando salieron corriendo del salón. Supongo que van a buscar sus cosas o llamar a casa para que les lleven algo de material.

Esos dos han sido mis mejores amigos desde el jardín de niños. Briman es el mayor por 0.5 segundos y no para de recalcarlo a su hermano. Ambos son de piel blanca, ojo café y cabello negro. Robert suele tenerlo corto, mientras que Briman, mata a cualquiera que quiera cortar su cabellera.

-¿Alguien sabe dónde están los gemelos? -Preguntó la directora al entrar. Claro, ambos eran conocidos por sus múltiples travesuras a las autoridades.
-Llegarán un poco tarde -Intervine antes que los demás -Tienen que ayudar con su tío, o algún pariente que llegó en la madrugada.

La directora suspiro pesado pero asintió. Esos dos tenían suerte de juntarse con el que nunca desconfían los maestros. Un par de chicos me miraron molestos, pero esperaron a que saliera la directora para encararme.

-¿Por qué te la pasas encubriéndolos?-Preguntó Alexander- Sólo te meten en problemas.
-Ese es asunto mío, no de ustedes.-Respondí serio.
-Me interesa saber.
-Pues espera tu turno a que quiera explicarte. Pero, busca una silla te podrías cansar.


Tomé mi portafolio, le di un empujón y salí del salón. La verdad es que me daba igual lo que pensaran o quieran hacerme. Varios de mis compañeros lo detuvieron y yo pude salir tranquilo de ahí. Tal vez ayudaría a los gemelos con su tarea, no lo sé, el punto era salir del salón antes de meterme en problemas.


jueves, 5 de junio de 2014

Inconfundible [Capítulo 1]

1
~Holanda 2025~

L
as 7 de la mañana. ¡Demonios! Mi alarma no había sonado, para variar. Y es que, solo a mí se me ocurre seguir usando el despertador que me regaló mi abuelo antes de fallecer. Hace 4 años, pero había estado con él desde mucho antes. Es una reliquia, lo sé, pero tiene mucho valor para mí.

Apresurada, y aterrada, por la hora en el reloj, me levante de un salto de la cama. Salí corriendo hasta la puerta del baño, cuando la voz de mi madre, proveniente de su cuarto, me detuvo:

 -Alice ¿Vas tarde otra vez?
-Algo hay de eso -Sonreí culposa- Considerare tu idea de comprar un nuevo reloj despertador... Tal vez usar el teléfono para eso.

Negó con la cabeza divertida y yo me limité a sacarle la lengua divertida. Como si aún tuviera cinco años.

Mi ducha no duró más de 5 minutos. Salí apresurada del cuarto de baño, para adentrarme a mi cuarto de nuevo y ponerme lo primero que encontré que lucía "decente": Pantalón y balerinas negras, una blusa roja con pulseras del mismo color de mi ropa. Tomé mi bolso y baje las escaleras corriendo, saltándome algunos escalones. Un último brinco y finalmente estuve en la planta baja. Sin molestarme en saber quién estaba abajo y quién no, me apresuré a la puerta principal, cruce el umbral y corrí hasta mi deportivo. Arroje la bolsa al asiento del acompañante, de un salto entre a él, para finalmente encender el motor.

– ¡ALICE!- Escuche la voz severa de mi padre. Un hombre ya mayor y algo regordete. Sus ojos verdes se posaron sobre mis manos, que estaban al volante-¿VAS TARDE DE NUEVO? -Preguntó molesto, al tiempo que movía la cuchara en su taza de café- ¡NI SIQUIERA HAS DESAYUNADO, NO TE PUEDES IR  ASÍ!
-¡Tranquilo papá!- Le conteste y giré la llave del auto- Prometo comprar algo en el camino.-Puse la reversa- Por cierto, dile a mi mamá, que probablemente tomaré su consejo de cambiar el reloj. Comienza a darme muchos problemas.

Reí y, sin esperar una respuesta por parte suya, salí del aparcamiento de mi casa. Rápidamente cambie el rumbo y emprendí una carrera a la escuela. Quiero suponer la expresión que puso mi papá con lo que le dije: Entorno los ojos, negó severo con la cabeza y regreso a casa para terminar su café, antes de partir a su oficina. (Es lo único que hace cuando me quiere reprender, recientemente.)

Mi familia lo es todo para mí. He vivido con mi madre, mi padre, mis abuelos y un par de sirvientes desde mi infancia. Todo lo que puedo recordar ha sido bueno a su lado. Mi madre, una señora de 42 años, nacida en Estados Unidos; a pesar de su edad, no se nota en sus facciones, es una amante de las compras y la cocina. Su cabello suele variar, a veces es negro, otras rojizo y muy escasas veces castaño, esta vez lo tiene castaño; De ojos verdes y tez blanca. Mi padre, el ser más estricto que pueda alguien conocer, aparenta unos 30 pero tiene 45, unas cuantas canas relucen en lo negro de su cabello y barba. Sus ojos son grandes, a comparación se los de mi madre, y azules. Siempre he querido tener los ojos como mi padre, pero saque los de mi mamá. Mi padre es alemán, al igual que yo. Mis abuelos... Mis segundos padres, Albert y Sonia. Ambos ya murieron, solo recuerdo algunos cumpleaños que me celebraron cuando mis padres no estuvieron conmigo debido a los negocios. El último que murió, hace 4 años.

Ahora que lo pienso, mencione algo de "lo que puedo recordar" ¿Verdad? Bien, lo que pasa es que a los 17 tuve un accidente de auto algo fuerte. Dicen mis papás que el chófer de ese entonces no se dio cuenta que la luz estaba en alto y cruzó sin más. Al parecer, por el impacto, tengo amnesia. Pero, los doctores siempre mencionan que es casi imposible que solo no pueda recordar el lapso de 13 a 17 años. Aunque, los psicólogos apuntan a que debido a los eventos de esa edad (los cuales también mencionan mucho mis padres) yo misma pude haber bloqueado los recuerdos a tal grado que ni con hipnosis han podido llegar a ellos. Mi mamá asegura que no hay nada que valga la pena recordar de ese entonces, y si eso es verdad ¿Para qué intentar recordar? Cada que me crece la curiosidad, trato de convencerme a mi misma: "Si lo olvide ha de ser por algo" Aunque créanme, a veces me mata la incertidumbre de no saber que hay ahí. Y más cuando veo la nota del reloj que me dio mi abuelo:

"Encontrarás la verdad, el día que el brillo de dos luceros grisáceos llene tu vida. Sólo en ese momento tu mente se decidirá a abrirse con la ayuda de tu corazón."

Negué frenéticamente con la cabeza al aparcar en el estacionamiento de la universidad. Lo malo de intentar recordar yo sola es que me da un terrible dolor de cabeza que es peor que la migraña. Abrí la guantera y tome el frasco de patillas, que papá me había dado para cada que anduviera de curiosa en mis pensamientos y me dolerá la cabeza, saque 2 y las tomé con un trago de agua. Bajé del auto y emprendí una carrera más: al salón. Un poco mejor, por el efecto de las patillas, comencé a correr con todo lo que mis piernas me permitían. No es como si fuera a llegar tarde a una clase importante, pero es la última semana de clases, y sinceramente no quiero partir de aquí con el remordimiento de haber desperdiciado los últimos momentos con mis amigos de aquí. Finalmente llegué al salón. Tal vez choque con dos o tres personas, hice que Taylor tirara sus libros y que la maestra Misty casi derramara su café, pero llegué en una pieza.

-¡WOAH! -Exclamó Aloin, una vez que entré al aula- Aparte de bonita ¿Saliste corredora?
-Mejor cállate Aloin -Lo reprimió Eline- Tú siempre le dices eso cuando llega tarde.
-No es mi culpa que eso me haga pensar cuando la veo llegar de esa manera -Se cruzó de brazos y se levantó de su asiento- Aparte, no estés de celosa sabes que a ti también te puedo decir cosas bonitas. Pero "shhh" -Posó su dedo índice sobre sus labios- cuando Alice no esté aquí.
-¡AH! -Le dio un golpe en la cabeza. Yo me limitaba a reír y ver la escena- ¿Quién te dijo que yo necesito algo de cosas bonitas de tu parte? Igualado, no me estés molestando o ya verás.
-Anda Eline- No paraba de insistir- yo sé que quieres.
-No quiero nada que venga de ti. -Respondió seca y se dirigió a mí- Y tú, deja de darle vueltas y dale el sí, que si no te juro que mis nervios van a explotar de tener que aguantarlo.
-¡Oye! -Me queje, pero seguí riendo- No le daré el sí solo por tus nervios.
-Que desconsiderada eres. -Se quejó- Bueno ya ¿por qué llegaste tarde?
 -Mi reloj no funcionó por la mañana.
-Cómo siempre -soltaron ambos al mismo tiempo.
-En lugar de que me regalen un nuevo reloj, ustedes me regañan. -Despeiné a Aloin y a Eline le di un golpe en el brazo- Los desconsiderados son ustedes.


Estuvieron a punto de lanzarse sobre mí, pero la maestra Rosemarie me salvó de ser asesinada por mis 2 amigos. Reí victoriosa en sus caras, y tras escuchar un "Ya verás a la salida" me fui a mi asiento. No había duda, extrañaría a esos dos locos en mi regreso a Alemania.




domingo, 1 de junio de 2014

Inconfundible [Prólogo]

PRÓLOGO:

~Alemania 2020~

 Una mañana fría, una mañana de invierno fue el día en que comenzó todo. Los copos de nieve caían lentamente a través de la ventana. No era muy tarde, cuando la joven ya estaba incorporada en la cama, con la computadora sobre las piernas.

 Aún adormilada, pues no hacía mucho que se había despertado, acomodó su suéter. Era uno de esos días en los que no le daban ganas de levantarse de la cama. Pero aún así, lo haría.

A las 8 de la mañana, acababa de cambiar la hora en el reloj de su mesa de noche, cuando un mensaje le hizo cambiar su semblante:

"Buenos Días:
Espero hayas dormido bien.
Te veo en el Starbucks que está rumbo al colegio, a las 10.
No tardes.
Hasta entonces"

El reloj marco las 9, cuando ella se disponía a levantarse. Dejó la computadora en su escritorio y se metió al baño para alistarse. Solo contaba con 40 minutos y quería verse especial. Nunca le había gustado levantarse en los días fríos, sin embargo lo haría por él.

A las 9:35 estaba lista. Un maquillaje sencillo, su cabello castaño en ondas, que caían suavemente sobre sus hombros. En cuanto a la ropa, llevaba un conjunto de pantalón, blusa y saco en color hueso, que contrastaba de la chamarra, guantes y bufanda de color negro. Algo ejecutivo, tal vez, pero después de esa cita clandestina, iría a la oficina con su padre.

Con la excusa de que se vería con una amiga para desayunar, salió de su casa a las 9:45. Con un andar tranquilo y despreocupado, recorría las calles de Berlín, hasta que llegó al lugar indicado con 5 minutos de anticipación.

Se adentró en el establecimiento, sintiendo el calor del lugar. Sonrió a los encargados que se topo hasta que llegó al fondo. Eligió un sillón con vista a la ventana y aguardo.

Al compás de una canción de Wax, se perdió en sus propios pensamientos. Cerró los ojos y se dejó llevar por la romántica, pero melancólica, letra de "Tears Are Falling". Tan hundida estaba que no se percató de que, a la mitad de la canción, alguien tomaba asiento frente a ella.

Salió de su mente, al sentir unas cálidas manos que envolvían tiernamente las suyas. Pronto, la delicadeza de sus caricias la hizo abrir lentamente los ojos. Al tenerlos abiertos de par en par, se topo con una mirada grisácea frente a ella. Su rostro iba cubierto por una bufanda roja, pero aún así le era imposible el olvidarle. Sonrió.

Él, él era su razón de ser. Se había enamorado de él, desde que le conoció 2 años atrás. Su acogedora sonrisa, sus mejillas rojas con el frío, sus ojos grisáceos que cada que la miraban la ponían nerviosa por la profundidad de su mirada; esa forma de ser tan suya, tan amigable, cordial y caballeroso. Para la joven, era su caballero de brillante armadura. Aquel con el que soñaba desde pequeña.

-Me alegra poder verte -Sonrió, una vez que se deshizo de su bufanda. Dejó ver una dentadura blanca- No sabes lo mucho que te he extrañado.
-Y yo a ti -Sincero la chica- Ya quiero decirle a nuestros padres. No quiero estar más oculta.
-Tranquila -Acarició su mejilla, haciéndola sonreír y entre cerrar los ojos- Muy pronto lo haremos. Pero en lo que encontramos el momento exacto, quiero pedirte algo.

El joven de cabellera negra, se puso de pie frente a la chica, quien se limitaba a verle confundida e intrigada. A pesar de la edad de ambos, él estaba seguro de la decisión tomada. Arrodillado frente a su novia, sacó del bolso de su pantalón una pequeña caja cubierta de terciopelo rojo.

-¿Te...casarías conmigo? -Preguntó tímidamente.

Ella contemplaba anonadada el anillo de compromiso frente a ella. Sus ojos se llenaron de lágrimas y asintió con un ligero movimiento de cabeza. Él se puso de pie para abrazarla y darle un dulce e inocente beso en sus labios.



¡Buenas tardes! Bien, como ya lo había anunciado, hoy doy comienzo con mi nuevo proyecto. (Sí, ya tengo escritos 6 capítulos) lo subiré cada tercer día (espero yo).

Ojalá les guste. Como ya es costumbre, es una historia romántica.

Sus comentarios me mueven, así que no duden en dejar unos cuantos.

Atte: Una Galleta Escritora.