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a misma tarde que Aloin me contó la loca
idea de Eline, hablé con ella por teléfono, me dijo todo un discurso del porqué
deberíamos dejar de depender de nuestras familias. Honestamente yo no sabía si
reír durante sus palabras o ponerme de su lado. Otra cosa, yo no quiero dejar
la compañía de mi familia, esa era mi herencia, lo único que aseguro es que
quiero dar lo mejor de mi misma en ésta, por eso decidí trabajar un tiempo por
mi cuenta, no mucho tal vez unos 3 o 4 meses... Solo quiero estar segura de lo
que puedo hacer.
Fue difícil que mis padres me dieran la
aprobación. Papá quería que de inmediato trabajara con él, dijo que no me
quería tener en otra empresa dónde me explotaran, que no había necesidad de que
lo hicieran extraños cuando mi propia familia lo hacía mejor. Tras varios
regaños de mi madre por ese comentario, ambos aceptaron.
Llevo semana y media tratando de encontrar
trabajo, pero no hay nada. Todos recaen en lo mismo: "Necesitamos a
alguien con experiencia, lo sentimos". ¿Cómo esperan que tengamos
experiencia si no nos dan el empleo?
Pasaba la tarde en el Starbucks cerca de la
universidad de Berlín, perdiendo el tiempo y esperando a Aloin. Sí, no dejamos
de salir juntos desde que él llego. Una canción que nunca había escuchado,
sonaba en la radio del lugar, creo que se llamaba...Tears are falling...la verdad no recuerdo bien el comentario del mesero que estaba en la mesa contigua.
-Aloin... ¿Dónde estás? -Musité viendo la
hora en mi teléfono.
Un largo suspiro salió de mis labios. Se
escuchó la pequeña campana de cuando alguien abre la puerta del lugar y
finalmente era él quien llegaba. Me levanté feliz a abrazarlo, a lo cual fui
correspondida. Nos sentamos juntos y comenzamos a platicar un rato. No tenía
mucho tiempo, en 1 hora tenía otra cita de trabajo, pero con el transporte
tenía media para descansar un poco.
-¿Aún nada, bonita?- Preguntó antes de dar un
sorbo a su late.
-Nada.-Suspiré desanimada- ¿Así de difícil es tratar de encontrar trabajo?
-Lamentablemente sí.
Bufé y tome mi capuchino. Seguimos hablando
de cosas sin importancia durante los siguientes 25 minutos. Él me alentaba a
seguir y yo me quejaba por la poca ayuda a los jóvenes egresados de la
universidad. Que recién salgamos, no quiere decir que no sepamos hacer las
cosas.
Aún no había terminado mi café cuando ya
tenía que irme a las oficinas. He pasado por bufetes de abogados, editoriales,
empresas cualquiera y nada.
Aloin se ofreció a acompañarme, acepté y le di las
llaves del coche. Salimos, subimos a mi deportivo e inició el camino a una empresa
que desconocía pero que pedían secretarias y asistentes personales. No es lo
que espero, pero bueno. Tardamos el tiempo justo en llegar a dicho lugar.
-¿Me
esperas en recepción o en el auto?
-Dentro, porque tu auto hace que me de frío -Rió- ¿No has pensado en cambiarlo?
-No -Reí con él y bajé del auto- Me gusta, y me ha traído de aquí para allá
siempre.
-Está bien, está bien -Alzó ambas manos en señal de rendición y bajó- Vamos adentro.
Tomados de la mano, entramos en aquel
edificio de, al menos, 10 pisos, ventanales amplios a los costados de la puerta
principal giratoria. Los empleados van y vienen vestidos de traje, apurados
mirando a sus relojes, otros tantos hablando por teléfono. Creo que no me gusta
el ambiente de aquí, se siente algo frío. A paso calmado, llegamos con la
recepcionista. Me fue entregado un gafete y me indicó que mi entrevista era en
el piso 9. Asentí y le hice señas a Aloin de que no tardaba.
Me dirigí al elevador, pulse el piso
seleccionado y esperé a que otros trabajadores abordaran también. Unos iban al
piso 2, otros al 5 y sólo uno al 7. No preste atención a nadie simplemente me
limité a esperar arribar al piso deseado.
Poco a poco, conforme subíamos, las demás
personas iban bajando de uno en uno. Para el piso 8 yo era la única en el ascensor. Acomode
los documentos que llevaba en mi folder, al igual que mi ropa de ese día.
Suspiré y la puerta se abrió.
Un rápido vistazo al piso: Piso de loseta
negro, con paredes blancas y un par de pinturas en ellas, la única puerta que
hay dentro era de cristal. Sigue sin gustarme el ambiente de aquí. Mis tacones resonaban, en contraste a los
suaves murmullos del lugar y el sonido de los teclados siendo asesinados por
las secretarías.
-Vengo a una entrevista de trabajo- Dije a
una joven de cabello rubio y traje de oficina.
-¿Alice Himmel?
-Sí, soy yo- Asentí. La chica ni siquiera me miró.
-Pasa, el licenciado la está esperando.
-Gracias.
Quise darle una sonrisa como agradecimiento pero,
repito, ni siquiera me miró, era como si hablara con un robot rubio. Me dirigí
a la puerta en silencio y di un par de golpes en ella para anunciarme. Casi de
inmediato me abrieron. Un hombre ya mayor, tal vez unos 50 años o más, de traje
negro, con lentes de fondo de botella y cabello nulo en su cabeza; fue quien me
abrió la puerta.
-Pase, señorita Alice.
-Gracias.
A él si le pude sonreír. Entré y el mayor
cerró la puerta detrás de él. Tomé asiento en la silla giratoria negra, que
hacía juego con su escritorio, y él frente a mí. Tras una vaga presentación, le
extendí mi currículo. Miró, con una expresión de intriga y asombro, el perfil
que le había entregado, mientras yo jugaba con mis manos sobre mi regazo.
Supongo que llegó a la parte de la experiencia, pues una expresión sombría y
sería apareció en su rostro.
-Dígame, señorita Himmel, ¿Por qué cree que
está en capacidad de pedir el trabajo de asistente personal?
-Bueno -Hice una pausa y me acomode en mi asiento- Estoy bien capacitada para
agendar citas, atender llamadas, saber tomar recados y demás aspectos que se
necesiten. Puedo ser de gran utilidad. Hablo inglés, español, alemán, coreano,
italiano y francés, así que no me sería difícil tratar con clientes
extranjeros.
-Es lo que puedo ver-Dejó el folder en el escritorio y lo extendió de nuevo
hasta mi- Mire, señorita, su perfil me sorprende y mucho, para ser recién
egresada tiene un buen perfil. Sin embargo, ¿estaría dispuesta a viajar
constantemente? Nuestros principales socios son extranjeros, si cuenta con el
tiempo y la disposición podría considerarla como candidata inmediata.
Asentí sonriente con la cabeza. Creo que
finalmente había encontrado empresa para obtener trabajo.
-Siendo así, la llamaré en unos días, si es
que la persona, que necesita de asistente personal, desea contratarle.
-¿En serio? ¡Muchas gracias!
Emocionada me levante de un salto de mi
asiento. El señor solo soltó una risa suave. Estrechó mi mano y salí, más
feliz, de la oficina. Las secretarías murmuraban entre ellas. Supongo que mi
brinco de emoción no era algo que se viera seguido. Traté de comportarme en el pequeño tramo hasta el elevador. Una vez dentro sonreí e hice un pequeño baile
de celebración, algo ridículo, pero era eso o gritar. Finalmente llegué a la
planta baja. Aloin se aproximó a mí, curioso por mi expresión.
-¿Qué pasó allá arriba?
-Le llamó la atención mi currículo, creo que más que nada por los idiomas que
hablo, no sé, pero dijo que me llamaba en estos días.
-¿En serio?- Sonrió y me dio un abrazo- ¡Felicidades bonita!
Correspondí a ese abrazo sin dudarlo.
Realmente estaba feliz de aquella buena noticia recibida, pero,
lamentablemente, nunca faltan los aguafiestas, lo peor del caso es que ninguno
de los dos conocía a este sujeto en cuestión. Un par de aplausos sarcástico hicieron
que Aloin y yo dejáramos de celebrar. -No, no era nada formal pero estaba emocionada-
-La nena está emocionada porque le
prometieron una llamada- Bromeó con un chico asiático que iba a su lado- Parece
que apenas se integra a la vida laboral ¿No es así?
-Lo dice el experto que lleva años trabajando-Bufé sarcástica y me cruce de
hombros. Lo examine de pies a cabeza: vestía una camisa blanca, corbata,
chaleco y pantalón azul marino.- A todo esto ¿Quién eres y por qué
intervienes en cosas ajenas?
-Otro día con más calma podría presentarme- Le hizo una señal al chico que iba
con él para que lo esperara un poco más- Por el momento, te puedo decir que esa
es la más vieja excusa para rechazar a cualquier candidato. No te hagas torpes
ilusiones.
-Mira, intento de hombre de negro- Señalé su vestimenta, y pude notar que la perforación de su oreja era de color negro- Tú ¿Qué vas a saber? Te
ves de mi edad, tal vez un año mayor, pero dudo que sepas más de esto que yo.
-Pobre chica que desconoce el mundo- Rió y negó burlón- Tengo cosas que hacer,
así que, qué más quisiera seguir dándote lecciones, pero tengo un negocio que
cerrar.
Se dirigía al elevador, dejándome con la
palabra en la boca. Lo maldije por lo bajo y entorne los ojos. Lo que menos
quería era hacer escenas en ese lugar.
-Por cierto- Se interrumpió a medio camino
y regresó hasta a mi.- Toma esto.-Me extendió una tarjeta.
-¿Para qué quiero yo eso?- Respondí fastidiada, al tiempo que le arrebataba la
dichosa tarjeta.
-Estoy buscando una asistente personal. Sólo por si te interesa- Me guiño el
ojo y, con una sonrisa
triunfante, abordó el elevador con su amigo.
Vi esa sonrisa burlona por unos instantes, gasta que se cerraron las puertas del elevador