Se supone que las cosas debían de ir tranquilas. Había
escogido a Rubí porque, se supone, era la chica indicada. Bueno, he de aceptar
que ella me quiere, me consciente, aguanta mis transformaciones de la nada, me cuida
como su mascota y su novio, e infinidad de cosas más; o sea es la novia
perfecta para cualquiera, pero a mí no termina por llenarme. Algo le falta y no
sé qué es.
Pasaba las tardes y las mañanas con ella, pero nunca las
noches. Al parecer estaba criada de un modo algo conservador y eso me parecía
bastante lindo, nunca me molestó, o al menos eso era lo que creía.
En un mal momento, un tiempo en el que ella tuvo que salir
debido a su carrera, salí de paseo y me encontré con la tentación en persona.
Una chica demonio, un perfecto ejemplar de demonio. Sí, sé que debo de ser leal
a la familia que sirvo, sin embargo no pude evitar el acercarme a ella. Pese a
su naturaleza destructiva y explosiva la veía tierna e indefensa. Supuse desde
el primer momento que no salía mucho del inframundo, ya que estaba bastante
golpeada por, lo que supe detectar como, armas de seguridad familiar.
Cuidadosamente me acerqué a ella. Estaba tirada en un callejón, cubierta apenas
por una caja y en plena tarde lluviosa.
— ¿Te encuentras bien? —Corrí un par de mechones de cabello
de su rostro. Ella retrocedió.
—Sí, vete. Estoy bien —Trató de levantarse pero volvió a caer al suelo. Sus piernas no reaccionaban correctamente.
—No quiero dañarte, al contrario.
— ¿Quién eres tú? ¡Aléjate! ¿No has entendido que no necesito la ayuda de nadie?
—Tranquila —Le sonreí dulcemente— Me llamo Alexander Cabrera, soy un metamorfo, cuidador de demonios. No te dañaré, lo prometo —Le extendí la mano— Conozco a alguien que te podrá ayudar.
—Sí, vete. Estoy bien —Trató de levantarse pero volvió a caer al suelo. Sus piernas no reaccionaban correctamente.
—No quiero dañarte, al contrario.
— ¿Quién eres tú? ¡Aléjate! ¿No has entendido que no necesito la ayuda de nadie?
—Tranquila —Le sonreí dulcemente— Me llamo Alexander Cabrera, soy un metamorfo, cuidador de demonios. No te dañaré, lo prometo —Le extendí la mano— Conozco a alguien que te podrá ayudar.
Indecisa accedió a tomar mi mano. La tomé en brazos y me fui
con ella hasta la casa de Said y Jessenia. Jessenia es un as con ese tipo de
curaciones y demás…supongo que es por las raíces de su título y demás… o porque
era forever alone y no le quedaba más que estudiar para ser un orgullo en su
familia. No tardamos mucho, ya que decidí usar la velocidad que poseo, aún si
llamaba un tanto la atención, lo primordial, para mí, en ese momento era que la
chica se recuperara.
— ¡Jessenia! —Grité desde fuera con la chica en brazos—
¡Jessenia, abre! ¡Es una emergencia!
Escuché unas pequeñas risitas desde dentro. ¡Oh Cielos! ¿En
qué estaría Jessenia con Said en este instante? Creo que prefiero no saberlo.
Esperé unos instantes y mi amigo me abrió la puerta, enfundado en su bata de
baño, cosa rara ya que él siempre utiliza pijama. Un escalofrío me recorrió la
espalda de solo imaginar en qué los había interrumpido.
— ¿Qué pasa Alexander? —Preguntó Said, mientras me dejaba
pasar.
—Me encontré con ésta joven —Señalé con la mirada a la chica que iba en mis brazos, ya inconsciente— está muy malherida y sé que tu mujer es la única que sabe cómo cuidar estas heridas. Por cierto, perdón si los interrumpí.
—No te preocupes, bonito —Salió Jessenia del cuarto de ambos. Vestía una de las playeras de Said. Nuevamente el escalofrío, aunado a un gran sonrojo. — Estamos para ayudarte. Ponla en el sofá con cuidado. Amor, tráeme mi maleta, está en el closet.
—Me encontré con ésta joven —Señalé con la mirada a la chica que iba en mis brazos, ya inconsciente— está muy malherida y sé que tu mujer es la única que sabe cómo cuidar estas heridas. Por cierto, perdón si los interrumpí.
—No te preocupes, bonito —Salió Jessenia del cuarto de ambos. Vestía una de las playeras de Said. Nuevamente el escalofrío, aunado a un gran sonrojo. — Estamos para ayudarte. Ponla en el sofá con cuidado. Amor, tráeme mi maleta, está en el closet.
Said asintió y salió en busca de lo que su mujer le pidió.
Jessenia me despeinó de manera fraternal y soltó una risita, seguido de un: «A la siguiente ten más cuidado». Me
limité a asentir con un sonrojo aún más notorio. Said volvió al instante
siguiente y le entregó la maleta solicitada. Jessenia se arrodilló sacó un par
de cosas y comenzó a revisar a esa joven. Ahora que lo pienso, sigo sin saber
su nombre.
Tras varias pomadas, varios hechizos suaves, y cambio de
energía de Jessenia a la joven desconocida, las heridas desaparecieron
gradualmente. Suspiré de alivio.
— ¿Dónde la encontraste?
—A unas calles de aquí. Supe que era demonio de inmediato y por eso la traje aquí. Sabía que era la única que podía ayudarla.
—Ten en cuenta una cosa, Alexander —Said se incorporó y posó la mano sobre mi hombro— No es recomendable que estés cerca de una demonio. Nosotros somos tus amigos, y es obvio que no debes dejar de obedecer a tus amos. Sin embargo, no sabemos quién es esta chica, ni de dónde proviene, y mucho menos sus intenciones. Sé cuál es tu tarea, pero no te metas en problemas ¿Está bien? Te lo digo como amigo.
—Tranquilo, solo sentí la necesidad de que fuera curada. Prometo dejarla ir en cuanto despierte.
—Si quieres que pase la noche aquí. Por nosotros no hay problema —Intervino Jessenia con voz suave.
—Ya les di bastantes molestias por hoy. La llevaré a mi apartamento y la cuidaré ahí por esta noche.
— ¿No tendrás problemas con Rubí por eso?
—No creo. —Sonreí mientras miraba a la chica dormir— Jess ¿Puedes abrir un portal para mi apartamento? No quiero que se despierte a medio camino y demás.
—A unas calles de aquí. Supe que era demonio de inmediato y por eso la traje aquí. Sabía que era la única que podía ayudarla.
—Ten en cuenta una cosa, Alexander —Said se incorporó y posó la mano sobre mi hombro— No es recomendable que estés cerca de una demonio. Nosotros somos tus amigos, y es obvio que no debes dejar de obedecer a tus amos. Sin embargo, no sabemos quién es esta chica, ni de dónde proviene, y mucho menos sus intenciones. Sé cuál es tu tarea, pero no te metas en problemas ¿Está bien? Te lo digo como amigo.
—Tranquilo, solo sentí la necesidad de que fuera curada. Prometo dejarla ir en cuanto despierte.
—Si quieres que pase la noche aquí. Por nosotros no hay problema —Intervino Jessenia con voz suave.
—Ya les di bastantes molestias por hoy. La llevaré a mi apartamento y la cuidaré ahí por esta noche.
— ¿No tendrás problemas con Rubí por eso?
—No creo. —Sonreí mientras miraba a la chica dormir— Jess ¿Puedes abrir un portal para mi apartamento? No quiero que se despierte a medio camino y demás.
Mi amiga asintió. Con un chasquido de dedos se abrió un
portal en la puerta de la casa. Tomé a la joven en brazos y, tras escuchar las
recomendaciones de Jessenia, desaparecí con ella hacia mi apartamento. Una vez
allí, la llevé hasta mi cuarto y la recosté en mi cama. Debía de estar lo más
cómoda posible, así que no dudé en ponerla ahí, yo podría dormir en una
colchoneta o en el sillón de la sala, tal vez no debería ni de dormir por
cuidarla.
A eso de las 3 de la mañana me quedé dormido al pie de la
cama, checando que aquella cautivadora chica se encontrara en las mejores
condiciones. Esa noche, pese a que no dormí en cama, fue una de las más
reconfortantes de mi vida.
A la mañana siguiente, una suave caricia en mi cabeza me
despertó. Aún adormilado, ronronee como agradecimiento a ese cariño, e
inclusive me acerqué más a esa mano misteriosa. Reaccioné de inmediato y
levanté bruscamente la cabeza, asustando a la chica que cuidaba.
—Yo…Eh…—Tartamudeé— Lo siento, pero nunca me habían
despertado con caricias.
—No te preocupes—Rió suavemente. Una risa suave y dulce, casi me podía dar caries con escucharla reír. Su voz aterciopelada hacía juego con su risa— Creo que fue mi error por ser inoportuna con tu sueño.
—Eh…no importa —Sonreí como respuesta— Un gusto, soy Alexander Cabrera. Creo que ahora si me podrías corresponder la respuesta ¿Cierto?
—Claro. Me llamo Electra. Soy demonio de raza B. ¿Tú eres un metamorfo felino, verdad?
—En efecto. Soy el cuidador de la familia Farell, mejor amigo de una de las reencarnaciones de Astartea y su esposo.
— ¡Ah! Sí, he escuchado esa historia, no se deja de hablar de ello desde sus nupcias
—No es la gran cosa, solo un arrebato de amor.
—Creo que tú también me suenas conocido… no estoy segura de dónde, pero tu nombre me suena.
—No te preocupes—Rió suavemente. Una risa suave y dulce, casi me podía dar caries con escucharla reír. Su voz aterciopelada hacía juego con su risa— Creo que fue mi error por ser inoportuna con tu sueño.
—Eh…no importa —Sonreí como respuesta— Un gusto, soy Alexander Cabrera. Creo que ahora si me podrías corresponder la respuesta ¿Cierto?
—Claro. Me llamo Electra. Soy demonio de raza B. ¿Tú eres un metamorfo felino, verdad?
—En efecto. Soy el cuidador de la familia Farell, mejor amigo de una de las reencarnaciones de Astartea y su esposo.
— ¡Ah! Sí, he escuchado esa historia, no se deja de hablar de ello desde sus nupcias
—No es la gran cosa, solo un arrebato de amor.
—Creo que tú también me suenas conocido… no estoy segura de dónde, pero tu nombre me suena.
Me encogí de hombros y reí ligeramente. La verdad no soy una
criatura muy conocida, por lo cual se me hace extraño que alguien sepa de mi
existencia.
La invite a desayunar conmigo. Supongo que eso no afectará
mucho ¿O sí?
Desayunamos algo ligero. Mientras tomábamos los alimentos,
nos conocíamos más y más. Me di cuenta de que ella no era ningún peligro para
mí. Estaba dañada, y por ende no quería dañar de la misma manera. Nunca me dijo
las razones por las que huyó del inframundo, solo me dijo que a partir de eso
no volvería a confiar en nadie, y mucho menos en los de su raza. Sin embargo,
en mi comenzó a confiar casi de inmediato.
Electra, creo que lo dije, pero lo reitero, me pareció tan
dulce y tierna, que me daban ganas de cuidarla y protegerla, cuando apenas y
podía cuidar de mí y de mi inestable relación con Rubí. No importa. Le ofrecí
mi apartamento en lo que ella conseguía un lugar donde vivir en este lugar.
Ella acepto gustosa, sin reclamos, ni pretextos. Supongo que ella encontró la
calidez que buscaba en mí. Yo que sé.
Días después, Rubí regreso a su apartamento. El problema era
que yo estaba tan entretenido con Electra que casi no podía ir a verla.
Corrección: simplemente no quería separarme de mi ardiente demonio. Su
especialidad era el manejo del fuego, podía aparecerlo de la nada y usarlo a su
mejor conveniencia, por eso lo de «ardiente».
Una tarde de viernes, me encontraba con Electra viendo una
película cualquiera en la sala, cuando el timbre de la casa se hizo escuchar. A
regañadientes me levante y fui a abrir la puerta. La verdad es que creo que
cada día se me dificulta dejar a Electra sola aunque sea por solo segundos. Una
vez que abrí la puerta de par en par, me quedé helado. Rubí estaba del otro
lado de la puerta. Creo que había olvidado que tenía que ir a verla esa tarde y
ella se me adelantó.
—Hola mi gatito —Me robó un beso en los labios y entró al
lugar.
—Hola, princesa —Cerré la puerta y fui tras ella— Te vería dentro de unas horas, no tenías porque venir hasta acá.
—Realmente no podía resistir, te extrañaba bastante. —Ingresó a la sala y vio a Electra en el sofá— Hola ¿Quién eres?
—¡Ah! —Se levantó del sofá y saludó— Soy Electra, amiga de Alexander. Me estoy quedando aquí por un tiempo.
—Hola, princesa —Cerré la puerta y fui tras ella— Te vería dentro de unas horas, no tenías porque venir hasta acá.
—Realmente no podía resistir, te extrañaba bastante. —Ingresó a la sala y vio a Electra en el sofá— Hola ¿Quién eres?
—¡Ah! —Se levantó del sofá y saludó— Soy Electra, amiga de Alexander. Me estoy quedando aquí por un tiempo.
Rubí la miró confundida y a mí me vio fúrica. Con un gesto
de su mano me indicó que saliéramos, y así lo hicimos. Cerré la puerta
principal, para evitar que Electra nos escuchara.
— ¿Por qué no me habías dicho nada?
—Es que no es tan importante. —Traté de defenderme— Es conocida la familia a la que sirvo y me pidieron que la cuidara. Tú sabes que no puedo decir que no ante mi familia protegida. —Le acaricie el rostro, tiernamente— Prometo que se irá en unos días.
—Es que no es tan importante. —Traté de defenderme— Es conocida la familia a la que sirvo y me pidieron que la cuidara. Tú sabes que no puedo decir que no ante mi familia protegida. —Le acaricie el rostro, tiernamente— Prometo que se irá en unos días.
A pesar de no estar muy contenta con la situación, aceptó
porque comprendía mi trabajo con la familia a la que sirvo. Aunque
lamentablemente ella no haya tenido nada que ver, pero bueno.
Mi salida con ella, en esa tarde, se canceló. Dijo que
prefería esperar a que la chica se fuera para retomar las riendas de nuestra
relación. Yo acepté y la llevé hasta abajo del edificio. Un dulce, suave y
tierno como despedida. Después, partió.
Regresé hasta mi piso y mi apartamento. Electra estaba en el
sillón, abrazaba sus rodillas y escondía el rostro en ellas. Me acerqué poco a
poco y tome asiento junto a ella. No dijo nada, solo se hizo a un lado. El
silencio reinaba tanto que me alarmaba.
— ¿Qué tienes, bonita? —Pregunté tranquilo. No hubo
respuesta. — ¿No piensas hablarme?
Tomó la cobija con la que estábamos cubiertos y se fue hasta
la habitación. Confundido suspiré y la seguí como acto inmediato. Esta vez la
encontré sobre la cama, acostada y en silencio. Me recosté detrás de ella y la abracé.
Se volteo hacia a mí y correspondió el abrazo.
—No quiero causarte problemas con tu novia —Habló con voz
baja— Lo mejor será que me vaya. Gracias por el tiempo que me cuidaste.
Tras estas palabras se levantó de la cama, dejándome con un
sentimiento bastante molesto. La mire por un instante como se hacía de sus
cosas. Reaccioné y la tome por el brazo.
—No, tú no te puedes ir —La atraje hacia a mí y la estreche
fuertemente contra mi— Electra, no sabes la falta que me harías. Por favor, no
te vayas.
—Yo no tengo porqué hacerte falta —Replicó al borde del llanto por frustración— Tú tienes una novia, a tus amigos, una vida ya hecha.
—Me harías falta, en poco tiempo te he tomado un gran cariño. Simplemente no puedo dejarte ir.
—Yo...Yo…Alexander, hay algo que quiero decirte desde hace tiempo— Se separó de mí y me miró a los ojos— ¡Te quiero! Me gustas demasiado… por eso no me iba de aquí. Gato, tú ya tienes una pareja, no tengo porque figurar en tu vida. Tengo que irme, es mejor para los dos.
—Te necesito conmigo. Me harías falta cada día. La forma en que nos peleamos, en que me consientes, esas caricias tuyas que me hacen ronronear incluso si no quiero. También te quiero, y no sé desde cuando empezó a ser así.
—Yo no tengo porqué hacerte falta —Replicó al borde del llanto por frustración— Tú tienes una novia, a tus amigos, una vida ya hecha.
—Me harías falta, en poco tiempo te he tomado un gran cariño. Simplemente no puedo dejarte ir.
—Yo...Yo…Alexander, hay algo que quiero decirte desde hace tiempo— Se separó de mí y me miró a los ojos— ¡Te quiero! Me gustas demasiado… por eso no me iba de aquí. Gato, tú ya tienes una pareja, no tengo porque figurar en tu vida. Tengo que irme, es mejor para los dos.
—Te necesito conmigo. Me harías falta cada día. La forma en que nos peleamos, en que me consientes, esas caricias tuyas que me hacen ronronear incluso si no quiero. También te quiero, y no sé desde cuando empezó a ser así.
La atraje de nuevo hacia mí y acaricie su espalda tímidamente. La verdad es que ese abrazo
me hacía sentir tan bien que no deseaba romperlo. Ella se removía por mis
caricias. Sabía que no estaba bien, sin embargo, los corazones de ambos latían
a un mismo ritmo, algo imposible de frenar.
Un par de besos en la mejilla me regaló. Ninguno de los dos
podríamos resistir por mucho tiempo si seguíamos en esa posición. Nos miramos a
los ojos un instante. Su mirada ardía como el fuego que ella controlaba. Quería
resistirme más, no debía de ser infiel a Rubí, pero creo que mi promesa la
olvide, ya que al sentir sus labios sobre los míos, no pude evitar el
corresponder a ese beso tan exquisito que me regalaba. La besé y me besó con
toda su alma. La estruje más a mí, y entonces el contacto entre ambos se rompió.
—Lo siento gato. No debí de hacer eso.
—Al contrario —Intervine de inmediato— Gracias por hacerlo, no sabes cuánto lo necesitaba. Quería probar tus labios desde el momento en que te vi.
—Al contrario —Intervine de inmediato— Gracias por hacerlo, no sabes cuánto lo necesitaba. Quería probar tus labios desde el momento en que te vi.
Su boca se encorvo en una bella sonrisa. No pude evitarlo y
de nuevo la besé. Realmente estaba olvidando mi promesa, pero eso era lo que
menos me importaba. Tal vez te preguntes el porqué accedí a esa tentación: con
Electra no debía de fingir, ella simplemente me dejaba ser. No se le hacía raro
mis transformaciones, mis ronroneos, en fin nada de mí. Simplemente podía ser
yo mismo, sin la necesidad de disimular mi naturaleza. Me sentía bastante a
gusto y ella lo sabía.
No dejaba de devorar sus labios en ese instante. Eran una
adicción, necesitaba más y más a cada momento. Mejor dicho, la necesitaba a
ella entera. Poco a poco la acorralaba en la pared. Ella acariciaba mi pecho y
mi espalda al tiempo. La situación se nos iba de las manos a cada instante. Con
un poder sobrehumano nos separamos jadeantes y deseosos del otro.
—Yo, lo siento —Habló con un hilo de voz— Tú tienes novia, y
aunque no quiera, debo dejarte ir. Pero es que ¿Cómo renunciar a ti?
Con esas palabras algo dentro de mí se rompió. Mi cordura,
para ser más precisos. La verdad es que tampoco estaba dispuesto a dejarla ir.
—Sinceramente tampoco deseo renunciar a ti. —Deposité otro
beso sobre sus labios entre cada palabra.
— ¿Entonces qué vamos a hacer?
— ¿Entonces qué vamos a hacer?
Me quedé pensativo un instante. La verdad es que tras esos
besos yo deseaba más de ella, más de sus caricias, del néctar de sus labios. La
besé de nuevo con ternura. Tras separarnos, le miré a los ojos.
—Que esto sea nuestro más dulce secreto. ¿Te parece?
—Pero no es correcto. Aparte ¿Cómo qué secreto?
—Me sorprende que siendo demonio te tientes tanto el corazón —Piqué su nariz— Estamos nosotros aquí mismo. Simplemente no hagamos caso del exterior ¿te parece? En estas cuatro paredes seremos libres de lo que queramos. Solo estamos los dos juntos y que el mundo ruede.
— ¡Está bien! —Soltó feliz— ¿Eso quiere decir que somos novios?
—Pero no es correcto. Aparte ¿Cómo qué secreto?
—Me sorprende que siendo demonio te tientes tanto el corazón —Piqué su nariz— Estamos nosotros aquí mismo. Simplemente no hagamos caso del exterior ¿te parece? En estas cuatro paredes seremos libres de lo que queramos. Solo estamos los dos juntos y que el mundo ruede.
— ¡Está bien! —Soltó feliz— ¿Eso quiere decir que somos novios?
Ladee la cabeza y ella comprendió que eso no podía ser como
tal. Asintió y se abrazo de mí nuevamente, acariciando mi espalda y parte de mi
nuca.
—Mientras seas mío lo demás no me importa.
—La verdad es que soy más tuyo que de ella.
—La verdad es que soy más tuyo que de ella.
Con esa sonrisa tan linda, y con esos labios de caramelo
besando los míos, aceptó que nos viéramos cada noche ya fuera en su
departamento o en el mío. Las noches eran bastante traviesas, ya que sólo ella
y yo sabíamos de nuestras escapadas. Siempre encerrados, pero eso era lo de
menos, podíamos disfrutar del contrario y eso era lo que nos importaba más.
La relación entre Rubí y yo cada vez se enfriaba más, o al
menos por mi parte, ya que ella seguía tan cariñosa conmigo como siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tu opinión es muy importante para mi.